Sí, todos tenemos un amigo que se hizo vegano y, de repente, no podía comer una ensalada sin recordarte que la lechuga también tenía derechos.
No era suficiente con no comer carne.
Había que contarlo. En cada conversación.
En el desayuno. En bodas. En funerales. En WhatsApp.
Y tú pensabas: “Está bien, Javier, ya sabemos que el queso mata koalas. Déjame comer mi croissant en paz.”
Hoy en día, parece que algo parecido está pasando con los objetivos personales.
Que si madrugar a las 5.
Que si duchas frías.
Que si 3 horas de lectura diaria y ayuno intermitente mientras haces yoga con los ojos cerrados.
Y claro, con tanta saturación, te da miedo decir que tienes un objetivo, no vaya a ser que te miren como a Javier con su tofu.
Pero aquí va la verdad:
👉 Tener objetivos no te convierte en una persona intensa.
👉 No necesitas cambiar tu personalidad ni hacer vídeos motivacionales en TikTok.
👉 Tampoco hace falta que lo cuentes en voz alta (a menos que quieras, claro).
Tener objetivos es simplemente decir: “Quiero mejorar algo en mi vida. A mi manera. Con calma. Y con método.”
Así que no te preocupes.
Aquí no venimos a darte palmaditas por levantarte a las 6 ni a decirte que tu café debe ser con aceite de coco.
Venimos a ayudarte a plantearte objetivos reales, medibles y que encajen contigo, sin postureo ni culpa.
Si te animas a empezar (aunque sea con algo pequeño), te regalamos tus primeras plantillas para que puedas organizar tus objetivos de forma clara, medible y sin drama.
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